Desde sus inicios la publicidad y el automóvil han ido evolucionando de la mano haciéndose inseparables, éste es un recorrido por su apasionante historia…
Deshazte del caballo. Así promocionaba en 1898 su nuevo automóvil la Winton Motor Carriage Company. Comparado con los nobles equinos, el Winton era menos costoso de mantener, más potente y rápido y… no desprendía olores. Al menos, así rezaba la publicidad. Con estos anuncios tan básicos como consecuentes arranca la historia de la publicidad del automóvil. Una historia fascinante salpicada de ejemplos atrevidos, inteligentes, hilarantes y también, por supuesto, bochornosos.
Desde que Carl Benz creara el primer automóvil en 1886, la publicidad lo ha acompañado en su conquista del favor de los consumidores con un bombardeo constante de lemas e imágenes deslumbrantes. No en vano, este producto de consumo cuenta con uno de los mayores presupuestos de publicidad, gracias al cual los expertos han ido refinando sus estrategias a la hora de vendernos sus productos.
Pero los primeros anuncios fueron muy simples, siguiendo el ejemplo de los de carrozas. El vehículo aparecía estático y sin pasajeros y el anunciante enumeraba sus virtudes de comodidad y solidez. Y ahí se acababa el mensaje. De igual manera, los primeros anuncios de coches se limitaban a describirlos objetivamente de manera sobria. Quizás en parte porque la publicidad llamativa, efusiva y colorista se reservaba todavía para anunciar que el circo había llegado a la ciudad, por ejemplo.
Pero como el automóvil, la publicidad evolucionó rápidamente. Ya a comienzos del siglo XX se aplicaron enfoques psicológicos. Los instintos humanos podían ser dirigidos y aprovechados – «sublimados» en el deseo de comprar productos básicos. Según el psicólogo americano Walter Dill Scott, “El ser humano es razonable, pero en mayor medida es sugestionable”. Su colega John B. Watson fue más allá, apelando por primera vez en la publicidad a las emociones básicas del consumidor: amor, odio y miedo.
La efectividad de este enfoque hizo que sus sucesores en cientos de departamentos de marketing vengan usando sus técnicas con mayor o menor fortuna durante décadas, de manera que la psicología es parte indispensable a la hora de promocionar. Desde entonces la publicidad nos viene influyendo, a menudo de manera honesta o divertida pero también usando métodos moralmente reprobables, como la publicidad subliminal y otras técnicas que manipulan nuestras expectativas y nos inducen el deseo irrefrenable de adquirir ciertos productos. Hasta el punto de preguntarnos si la publicidad refleja la sociedad o si va más allá y la modela a su antojo.
Pioneros de la publicidad
Dos campañas se consideran como el punto de partida de la publicidad del automóvil como la conocemos hoy en día. La primera fue lanzada en 1907 por Earnest Elmo Calkins para la agencia Calkins & Holden para Pierce-Arrow. Los anuncios eran básicamente pinturas del ilustrador Edward Penfield que mostraban situaciones sociales dirigidas a vender el coche no como un medio de transporte, sino como un componente esencial de un estilo de vida atractivo. Muchos ilustradores llenarán la época de entreguerras de maravillosas imágenes publicitarias.
Según Calkins, estos anuncios “fueron los primeros en tratar en imagen y en texto el automóvil como una fuente de placer social, en lugar de una máquina en la mesa de diseño de un ingeniero”. El mismo Calkins dejó la idea de que “hay algo que los psicólogos llaman asociación de ideas y los literatos llaman atmósfera, que es importante asegurar en un anuncio”.
La otra campaña que marcó un punto de inflexión fue la de Claude C. Hopkins para la agencia Lord & Thomas. Lanzada en 1908, en ella se publicitaba el nuevo modelo Chalmers Detroit Thirty con el lema “Este alucinante coche por 1.500 $”. Aparentemente, se trataba del típico anuncio centrado en un texto con argumentos básicos de venta, pero en él se apelaba a las aspiraciones del consumidor ofreciendo un coche “grande y lujoso, perfecto y potente”. Además, se creaba urgencia y exclusividad al mencionar que sólo se harían 2500 unidades. Finalmente, se promovía una acción inmediata incluyendo un cupón válido para un catálogo.
Podríamos decir que estas dos campañas impactaron en el mundo de la publicidad hasta tal punto que quizás el resto de los anuncios que vinieron desde entonces están basados en ellas en mayor o menor medida.
La publicidad en los años 20
En los siguientes años no desaparecieron del todo los anuncios serios y objetivos carentes de cualquier apelación a los sentimientos del consumidor. Pero esta manera de hacer publicidad del automóvil no eran ya sino vestigios de la era de los pioneros, que llegaba a su fin. Porque tras la Gran Guerra se fue imponiendo la publicidad sencilla y directa, con menos (o ningún) texto y más protagonismo para las imágenes.
Los años 20 fueron la época de la alegría de vivir, de una cierta cultura del ocio, de la emancipación de la mujer. Los automóviles son cada vez más rápidos, dinámicos y bellos – y un símbolo de estatus social. Además, dejaron de ser exclusivos de las clases más adineradas: ya se habían vendido millones de Ford T y en EEUU sus competidores llegaban pisando cada vez más fuerte. También en Europa el Citroën 5HP, el Austin Seven y otros tentaban a un número creciente de consumidores potenciales.
La competencia se volvió cada vez más dinámica y la necesidad de destacarse del resto trajo innovación y frescura a las agencias de publicidad. Los anuncios dejan de incidir en las características técnicas y recurren a escenas idealizadas, apelando a los anhelos y sentimientos del público objetivo. Ya no se trataba de que el cliente comprara su primer coche, sino de convencerle de que cambiara el que ya tenía por otro. Finalmente, en los años 20 se populariza la radio como medio publicitario y también los cortometrajes en el cine antes de las películas.
Las grandes empresas fueron creando departamentos de “marketing” y la publicidad se convirtió en una gran industria que movía cifras cada vez más mareantes. El presupuesto de publicidad en EEUU creció entre 1880 y 1920 de unos 200 millones de dólares a más de 3.000 millones. En 1925, el secretario de comercio de EEUU Herbert Hoover, proclamaba en una reunión de los Associated Advertising Clubs of the World que “La publicidad es una fuerza vital de nuestra vida nacional” y en 1929 Julius Klein, jefe del U.S. Bureau of Foreign and Domestic Commerce, decía que “La publicidad es la clave de la prosperidad del mundo”.
Publicidad y deporte
En los comienzos de la industria del automóvil, el camino seguido por la mayoría de fabricantes pasó por participar en competiciones para demostrar la fiabilidad y durabilidad de sus máquinas. Surgieron enseguida carreras de velocidad y de resistencia, subidas de montaña y pruebas de consumo. A menudo para promocionar sus automóviles, los fabricantes se limitaban a participar en estas competiciones, comunicando sencillamente en la prensa sus éxitos deportivos.
Ya hemos visto que la publicidad del automóvil fue evolucionando y pronto dejó de limitarse a los éxitos agonísticos, pero para muchas marcas, la participación en eventos deportivos siguió siendo parte fundamental de su promoción. Y es que ganar una carrera o no digamos ya un campeonato siempre ha puesto a la marca vencedora por encima de las demás. Y cuanto más dura sea la carrera, mejor… El prestigio de ganar las 24 Horas de Le Mans es enorme, pues no se trata sólo de ser el más rápido sino también el más fiable. La publicidad es la encargada luego de crear las analogías entre los bólidos de carreras y el coche ofertado al consumidor.
La mujer y el automóvil
Al principio de la motorización pocas damas se involucraron en el manejo y mantenimiento de los automóviles. Las mujeres eran consideradas frágiles para conducir y las pocas que se atrevían eran vistas como demasiado masculinas. De hecho, los artefactos eran tan complicados de manejar que ni siquiera muchos de sus maridos se rebajaron a semejantes tareas, dejándolas a fornidos chóferes.
Así que como la mayoría de los clientes eran hombres, las agencias entendieron muy pronto que las imágenes de mujeres podían ser de gran utilidad a la hora de apelar a sus anhelos y sentimientos. Los primeros anuncios de coches proclamando que “incluso una mujer puede conducirlo” vienen de los primeros años del siglo XX.
La publicidad en los años 30
En los años 30 la Gran Depresión se cebó con el nivel de vida de medio mundo. Muchos se quedaron sin trabajo, miles de empresas cerraron y los presupuestos para publicidad se redujeron drásticamente. Al mismo tiempo, las compañías que quedaron se vieron obligadas a luchar denodadamente por los pocos clientes que podían permitirse comprar un coche. Este paso de un mercado de vendedores en el que se despachaba, a uno de compradores en que había que luchar cliente a cliente, desencadenó una batalla aún más feroz en los medios.
Y toda vez que el progreso tecnológico ya no era tan vertiginoso, las marcas encontraron en la estética su principal argumento. Lo expresó de forma visionaria en 1928 el estilista Amos E. Northup en la revista Autobody «Las prestaciones se sobreentienden, son un prerrequisito… todo vendedor es consciente de que hoy en día sus argumentos de venta deben estar dirigidos en la línea de la belleza y la comodidad”.
De este modo, diseñadores industriales como Bel Geddes o Raymond Loewy se dedicaron a hacer atractivos los productos de consumo. Carroceros y fabricantes pusieron las formas más bellas y extravagantes a disposición de los ricos y famosos. Fue la gloriosa época del Art Deco y del Streamline Moderne. Pero al mismo tiempo, en esta ocasión las innovaciones y la creatividad fueron permeando también a los coches del ciudadano medio.
La producción en masa hizo muy dinámico el diseño de coches y aceleró su evolución, especialmente desde que a mediados de los 30 General Motors introdujera el concepto de la obsolescencia programada, ofreciendo cada año al público un modelo renovado que convertía instantáneamente al del año anterior en viejo y olvidable. Finalmente, para encandilar a los consumidores, se reforzaron los mensajes emocionales. Tanto las marcas como la imagen de marca se hicieron cada vez más importantes. Aunque la gran novedad en los 30 es la aparición de los estudios de mercado basados en encuestas científicas de opinión, liderados por George Gallup, vicepresidente de la agencia Young and Rubicam.
Los años 50
En Norteamérica tardaron relativamente poco en recuperarse del shock de la guerra, no habiéndose luchado apenas en su territorio. Con la mayoría de los soldados ya en casa, a finales de los 40 la economía norteamericana arrancó de forma espectacular. Desde 1941 no se habían fabricado nuevos automóviles y los que había eran ya casi todos unos cacharros mil veces reparados, así que cuando el gobierno dio luz verde a producirlos de nuevo, los norteamericanos se volvieron completamente locos, lanzándose a comprar como si no hubiera un mañana.
Ya en 1950 se vendieron unos cincuenta millones de coches y en pocos años se llegó a doblar el número de vehículos en circulación. Los modelos se renovaban cada año y muchos cambiaban de coche con la misma frecuencia. Pero la cosa no queda ahí… En esta época el automóvil se convirtió en el símbolo de la sociedad de la época, del estatus social y económico, de la libertad, del individualismo. Todo se hacía con el coche y en el coche…
Los 50 fueron una época dorada del automovilismo en EE.UU. pero también para la publicidad. Las marcas y las agencias disfrutaron de lo lindo, tuvieron mil temas que tratar y millones de clientes potenciales encandilados y pendientes de cualquier novedad.
La publicidad de coches comenzó a vender un estilo de vida, el gran sueño americano. Fue la época de los grandes motores V8, las aletas interminables, los cromados brillantes y las mujeres en bikini. Los enormes cochazos de la General Motors, Ford y Chrysler figuraban en los anuncios frente a casas unifamiliares modernas, clubes nocturnos y piscinas, como emblemas del exceso suburbano de la época.
Mientras tanto, en Europa en la década de los cincuenta nos encontramos con un continente en ruinas que se dispone a levantarse, sacudirse el polvo, arremangarse y emprender la reconstrucción. La publicidad estadounidense tenía un aire ostentoso, como de rock and roll, mientras que los europeos tomaban una ruta más sobria. Todo estaba por hacer pero las empresas automovilísticas no perdieron el tiempo y enseguida lanzaron sus novedades. En un principio, claro, cochecitos pequeños y económicos, cuando no microcoches, pero según fue avanzando la década ya los sedanes se fueron haciendo un hueco.
Algunos países europeos abrazaron el estilo americano de hacer publicidad, estableciéndose incluso allí las propias agencias americanas, sobre todo J Walter Thompson. Fue el caso de Alemania y también de Italia, donde por cierto los americanos ejercieron una gran influencia, en parte promovida por el propio gobierno americano para frenar las tendencias comunistas que eran más fuertes en el país transalpino.
Por otro lado, en Francia y Gran Bretaña se resistieron a dar el paso hacia la publicidad agresiva, directa y ostentosa de los americanos. Instead they relied on soft persuasion, shedding its Americanness to adapt to the British understated style.
Pero en todos los países occidentales la publicidad de coches jugó un papel fundamental a la hora de crear una sociedad orientada al consumo. Además, cada vez más usuarios tuvieron televisión y ésta se convirtió en un medio de comunicación cada más importante para la publicidad.
Los años 60
La popularidad de las aletas en EEUU no duró tanto y para 1959 la mayoría de coches americanos se habían convertido en caricaturas de sí mismos, símbolo del exceso y el derroche. A uno y otro lado del Atlántico en los 60 las marcas hicieron mayor hincapié en la funcionalidad de sus coches. También vemos en estos años otras tendencias como el lanzamiento de campañas en las que se usa el humor y la ironía.
Además, la guerra empezó a quedar atrás y se produjo un incremento general del poder adquisitivo, lo que abrió el mercado a nuevos clientes potenciales. Aquí entraron en liza los jóvenes, que por primera vez podían permitirse pensar en comprar un coche nuevo en lugar de uno de segunda otercera mano o de una moto. Muchos anuncios resaltaron por tanto en mayor medida los rasgos deportivos de algunos modelos. Y en general los coches se presentaron al público más dinámicos.
En España el aumento de poder adquisitivo trajo la aparición (por fin) de una clase media deseosa de comprarse su primer coche. Hasta entonces, la mayor parte del gasto familiar se había destinado a necesidades básicas como alimentación, alquiler y ropa, pero por fin se podían empezar a pensar en sustituir la moto o el transporte público por un coche propio.
Durante la década de los 60 se impone la fotografía en la publicidad estática, frente a las ilustraciones que habían predominado hasta entonces. En realidad, naturalmente la invención no era nueva y ya se venía usando desde los años 20. Pero los estudios de fotografía habían resultado hasta entonces relativamente caros y, en fin, los gustos del público eran otros y habían predominado hasta entonces un cierto romanticismo del automóvil que se veía reflejado mejor en las ilustraciones idealizadas.
La fotografía se impuso cuando abarató sus costes y los fotógrafos lograron convencer a las agencias de las bondades de este medio. Fueron clave en este sentido las contribuciones de Clarence H. White, fotógrafo estadounidense, profesor y pionero en el movimiento de la ‘fotografía como forma de arte’, quien en su obra reflexiona acerca de la ‘fusión de belleza y utilidad’. Otro pionero de la fotografía publicitaria durante la década de 1920 fue Edward Steichen, buscando el glamour, la belleza y la elegancia, en lugar de una simple toma del producto.
Barato y feo. Con estas palabras («Cheap & Ugly», en inglés) la japonesa Subaru anduvo a finales de los 60 a la caza de nuevos clientes para su modelo 360 en el mercado americano. La agencia de publicidad había recibido el complicado encargo de promocionar un cochecito de tres metros y 25 CV en el país del exceso y los grandes motores V8. Todo un reto que se saldó con una campaña que supuso un hito más en la historia de la publicidad de los coches.
Con su motor de dos tiempos (como el de una motosierra, comentó algún agudo analista en su momento) los ejecutivos de Subaru forzaron al máximo la paciencia de los norteamericanos. El remate final fue el artículo de Consumer Reports en que se contaba haber detectado graves deficiencias de seguridad y falta de potencia del por otro lado simpático cochecito. De las 10.000 unidades que llegaron a EE.UU. se cuenta que muchos quedaron sin vender durante dos o tres años y acabaron en el desguace – e incluso parece ser que algunas unidades fueron tiradas por la borda antes de alcanzar la costa.
Sexismo en la publicidad de coches
La contracultura de los 60 trajo consigo la revolución sexual, que en teoría debería haber llevado aparejada una mayor igualdad del hombre y la mujer. Sin embargo, no fue así: en la publicidad de los coches se produjo el efecto contrario y el uso de la imagen de la mujer como objeto se intensificó, dejando algunos episodios que hoy en día resultan verderamente bochornosos.
En los conservadores años 50 la mujer había seguido en su rol de adornar los anuncios de automóviles, dirigidos eminentemente a hombres. Pero la pérdida de pudor en los 60 dió carta blanca en cierto sentido a las agencias para acentuar aún más los prejuicios, ahondando en la (presunta) falta de pericia al volante de las mujeres o su supuesta falta generalizada de conocimientos de mecánica.
Y la creciente libertad hizo que las faldas se hicieran cada vez más cortas o directamente desaparecieran en pos de los biquinis o incluso la ropa interior. Asi, tenemos mujeres con poca ropa posando tendidas sobre el capó de un potente y sinuoso coupé en un juego de veladas sugerencias o latente erotismo, de curvas femeninas y curvas de acero. Los analistas de mercado, los ejecutivos de las marcas y los creativos de las agencias, todos unidos en la creencia de que los coches eran (y siempre serían) cosa de hombres. Una tendencia que podemos seguir viendo en anuncios de todas las décadas posteriores. Efectivamente, la historia de la publicidad de los coches está también llena de episodios que no son muy dignos de recordar.
Los años 70 y más allá
Desde los años 70 la publicidad gráfica de los automóviles comenzó a crecer exponencialmente. Por un lado, cada vez más gente se pudo permitir un coche, la industria crecía y crecía y a base de aumentar volumen y mecanizar era capaz de ofrecer precios cada vez más bajos. Y por otro lado, hasta la irrupción de internet la prensa escrita vivió sus años dorados. Las revistas tenían tiradas enormes y no digamos ya las especializadas del motor, de las cuales según el país había decenas. Y los anuncios de coches eran predominantes, una revista normal podía contener fácilmente 20 o 30.
Esta masificación trajo consigo una disminución de la calidad de los anuncios, frente a las obras de arte que habían sido la mayoría de anuncios antes de la guerra y en los años 50, como ya hemos visto. La fotografía se había impuesto definitivamente como medio pero sólo en algunos casos se ofrecían imágenes de calidad o que fueran verdaderamente originales.
Por su parte, las empresas automovilísticas y sus agencias de publicidad apelan a partir de ahora cada vez más a la racionalidad de los consumidores. Sin duda la crisis del petróleo del 73 y el desengaño al salir de la época romántica e idealista de los 60 tuvieron una gran influencia en el modo de llamar la atención de los compradores potenciales. Los anuncios de coches presentan datos objetivos y apelan sólo en menor medida a los sentimientos.
También en España por fin la llegada de Ford y Opel dinamizó el mercado, que creció enormemente. Poco a poco Seat y las empresas francesas sintieron el aliento de la nueva competencia. Se acababa el despachar y se empezó a tener que luchar por cada cliente. Aumentó así la inversión en publicidad, de las recién llegadas por llamar la atención sobre los nuevos productos y de las asentadas, por responder a la bajada de ventas.
Luego en los 80 a menudo se dejó la labor de promocionar en manos de un famoso, o mejor dicho de su imagen. Sin embargo, a menudo estas personas quisieron evitar que se les encasillara como vendedores de coches, así que accedieron a hacer campañas lejos de sus países de origen. En el caso de actores americanos, ¿qué tal, por ejemplo, Japón…?
Por lo demás, en esta década la tecnología empezó a tener cada vez más peso en la fabricación y promoción de los coches. Y esta tendencia se fue exacerbando en los 90 y más allá, con los coches evolucionando cada vez más hacia meras herramientas de transporte para ir de un sitio a otro. Al mismo tiempo, la mayoría perdieron el alma, el carisma y también el protagonismo que habían tenido en décadas pretéritas.
Campañas famosas
En general, hay campañas publicitarias que han marcado a generaciones enteras. Sobre todo en el siglo XX, cuando había menos medios de comunicación y en fin, todo estaba menos masificado. Veamos algunos ejemplos de los anuncios de coches que más huella dejaron.
Y empezamos con Mercedes-Benz, la marca alemana nos ha dejado tres eslóganes que tuvieron mucho impacto. En su país de origen, usó durante décadas “Mercedes-Benz: Ihr guter Stern auf allen Straßen” (su buena estrella en todas las carreteras). Luego en países anglosajones y sobre todo en EEUU se publicitó con “Mercedes-Benz: Engineered like no other car in the world” (un nivel de ingeniería como ningún otro en el mundo). Y finalmente, cuando probablemente esto dejó de ser cierto, pasó a uno más genérico: “Mercedes-Benz: The best or nothing” (lo mejor o nada).
La competencia de Baviera también tiene algún eslogan muy conocido. En Alemania usó desde los años 60 “BMW: Aus freude am fahren” (por el placer de conducir). Más tarde, en España, la marca usó uno parecido: “BMW: ¿Te gusta conducir?”, pero la campaña más importante de los bávaros estuvo en activo durante años en EEUU: “BMW: The Ultimate Driving Machine” (la máquina de conducir definitiva). La otra marca de Baviera usó desde 1982 en todo el mundo un eslogan en alemán, que no obstante tuvo mucho éxito internacional: “Audi: Vorsprung durch Technik” (ventaja a través de la tecnología).
También en Norteamérica caló hondo el de “Cadillac: The Standard of the World” (el éstandar del mundo), un eslogan grandioso que tiene sus orígenes a principios del siglo XX y que el fabricante americano de coches de lujo usó durante décadas en sus anuncios. Otras campañas con tradición, aunque ambas marcas duraron menos, fueron dos gráficamente sencillas pero muy sentidas: “He/She drives a Duesenberg” (Él/Ella conduce un Duesenberg) y “Jordan Motorcar Co: Somewhere west of Laramie” (en algún lugar al oeste de Laramie). Mucho más tarde, a mediados de los 80, otra campaña echó mano del patriotismo: ”Chevrolet: The heartbeat of America” (el latido de América).
En España también nos han quedado eslóganes de publicidad de coches en la memoria popular. Así, tenemos “Peugeot 205: Contigo al fin del mundo”, “Ford Fiesta: Nacido Fuerte”, “Opel: Tecnología alemana a su alcance”, “Volvo: Respuesta Segura”, “Simca 1000: El cinco plazas con nervio”, “Citroën Dyane 6: Para gente encantadora” o “Seat: Cuidamos de su coche, cuidamos de usted”.
Finalmente, por completar un poco la historia, no quiero dejar de mencionar éstas otras: “MAZDA: Zoom-Zoom”, “Everybody needs a Yugo sometime” (todos necesitan un Yugo alguna vez), “Scout: Anything less is just a car” (cualquier cosa menor es sólo un coche), “Peugeot: Motion & Emotion” (moción y emoción), “Today, Tomorrow, Toyota” (hoy, mañana, Toyota), “Nichts ist unmöglich: Toyota” (nada es imposible: Toyota), “See the USA in a Chevrolet” (ve los EEUU en un Chevrolet) y “Jaguar: Grace, space, pace” (gracia, espacio, ritmo).
La mejor campaña publicitaria de la historia
Pero entre todos estos anuncios de coches, hay una campaña que figura sistemáticamente en los primeros puestos de las mejores y en 1999 la revista Advertising Age la encumbró como la número uno del siglo. Me refiero a la serie de anuncios publicados por Volkswagen en EEUU para su Escarabajo entre los años 60 y primeros 70. Muchos fueron los eslóganes usados por la empresa alemana, aunque el más memorable fue “Volkswagen: Think Small”.
Tras los excesos de los años 50, en 1959 Volkswagen se alió con la agencia Doyle Dane Bernbach (DDB) cuyo creativo Julian Konig propuso hacer hincapié en los defectos del Escarabajo. En un principio el microscópico cochecito no había tenido nada que hacer en la jungla de cochazos de cinco metros que producían las poderosas compañías americanas. Así que los de DDB decidieron hacer hincapié precisamente en sus puntos débiles.
En estos anuncios el Escarabajo fue continuamente motivo de burla no sólo por su tamaño respeto a otros coches sino por su forma y simplicidad. Se resaltaban así sus virtudes como la facilidad para aparcarlo, su bajo consumo, ínfima cuota de seguro y sencillo mantenimiento.
La campaña fue todoterrenos un éxito y las ventas del Volkswagen subieron muchísimo en los años que estuvo activa. En su argumentario la propia revista Advertising Age destacaba la capacidad de la campaña de “sorprender, desafiar e involucrar al consumidor sin golpearlo en la cara y el cuerpo”, concluyendo que desde entonces “no solo cambió todo, sino que de repente las cosas se pusieron mucho más interesantes”.
Conclusión
Termina aquí este recorrido por la publicidad gráfica del automóvil a lo largo de la historia. Aunque no suelo inclinarme por la nostalgia fácil, en este caso creo que es inevitable sentir cierta morriña, a la vista de las auténticas obras de arte que nos dejaron los creativos hasta los años 50.
Aunque también es verdad que no deja de admirarme la inagotable capacidad de innovar y sorprender que tuvo la industria durante tantas décadas – y aún hasta nuestros días.
DH
Fuentes:
Autoevolution: These are the best Porsche print ads ever
Rutgers Consumer Society: Car advertisements of the 1950s
Brainpickings.org: Vintage car ads
Alteredsteel: History of car advertising
Printmag: A brief history of automotive marketing
Appnova.com: From selling men dreams to UGC, the evolution of car advertising in history
Daily.jstor.org: How car ads started selling sizzle
Rearviewprints.com: History of car advertisements
Roadandtrack.com: From Aspirational to Asinine: The Changing State of Auto Ads
Motoreport.de: Historische Autowerbung von 1920 bis heute
Grin.com: Die Geschichte der Automobilwerbung in Deutschland