…habría que inventarlo! Conoce el origen y mucho más del Mazda MX-5, la mezcla perfecta de estilo británico con fiabilidad japonesa y diseño californiano.
El equipo está nervioso, hoy se juega dos años de duro trabajo. Hace calor en la sala a causa de los focos y no hay ventanas: aquí se manejan asuntos del más alto secreto. Forman un grupo heterogéneo: dos americanos, uno muy alto y delgado y otro bajito, con barriga y gafas, y tres japoneses: uno muy estirado y dos desgarbados, sin duda por los años viviendo en California. Aún están con el jet-lag tras las catorce horas de vuelo desde Los Ángeles hasta esta sede central de Mazda en Hiroshima.
Fuera, la ciudad sigue su rutina bajo el alegre sol de agosto, pero aquí dentro se palpa la tensión: tres coches rojos, están siendo examinados por nipones muy serios con corbata, que van a decidir qué prototipo será fabricado en serie. Uno lo ha diseñado un equipo de Tokyo, otro es de la propia Hiroshima y luego está el prototipo de nuestros héroes californianos, doblemente nerviosos porque los diseños preliminares presentados en abril no gustaron nada. Estamos en 1984 y no hay teléfonos móviles, así que mientras los ejecutivos analizan los prototipos, Bob Hall, el líder del equipo, mata el tiempo recordando de nuevo cómo empezó todo cinco años antes en este mismo edificio.
La idea inicial
Hall era periodista de automoción y hacia el final de una entrevista a Kenichi Yamamoto, jefe de desarrollo de Mazda, éste invierte los roles y pregunta al periodista qué coche según su (probado) criterio debería lanzar Mazda al mercado. Hall respondió algo como que “alguien debería volver a fabricar un simple deportivo al estilo de los clásicos británicos, de los del viento en la cara y bichos en los dientes” – ejem… puaj… esto en inglés suena mejor. En fin, terminó la entrevista y cada uno siguió su camino, pero en la mente del japonés esto debió ser el germen de algo.
Sí, porque un par de años más tarde ambos se encuentran de nuevo. Hall trabaja en Mazada y Yamamoto, que ahora es presidente ejecutivo, le espeta algo como “¿qué pasa con nuestro pequeño deportivo ligero?”. Y dicho y hecho, un año después Hall se encuentra dirigiendo uno de los tres equipos que habrán de presentar sus propuestas. En fin, aquí el americano termina de rememorar y se va a beber un poco de agua para aclararse la garganta reseca mientras los ejecutivos siguen a lo suyo – en este momento no lo sabe, pero esta misma noche él y su equipo descorcharán el champán.
El diseño en California
Sí, el prototipo californiano gana el concurso (al fin y al cabo ya les hemos dedicado dos párrafos) para desarrollar el que dentro de cinco años será el Mazda MX-5 Miata, un coche muy especial por diversas razones, que voy a desgranar para intentar cautivaros como lo hizo conmigo hace ya unos años.
Pero la gestación no fue tan sencilla… tras ganar el concurso, el siguiente año y medio el equipo californiano estuvo dándole mil vueltas a todos los detalles, refinando y perfeccionando el prototipo ganador y en enero de 1986 presentaron al Consejo de Mazda su propuesta final, que os dejo sobre estas líneas junto a parte del equipo. Luego resultó que muchos miembros del Consejo se oponían a lanzar este coche y que fue el apasionado presidente Yamamoto quien fue convenciendo uno a uno.
El equipo de California había buscado la inspiración en los pequeños descapotables ingleses de los ’60 como el Austin Healey, el Triumph Spitfire y el MGB pero sobre todo el Lotus Elan: coches abiertos ligeros, los llamados “roadster”, una especie en extinción, ya que a mediados de los ochenta casi todos habían desaparecido debido a las renovadas exigencias de seguridad. Al lanzamiento del Miata el único roadster que resisitía en el mercado era el Alfa Romeo Spider.
La estética final del cochecito fue la de un roadster sencillo, con tan sólo un par de detalles ornamentales como son los tiradores cromados de las puertas y las llantas retro tipo “minilite” británicas. El resto se hizo a base de líneas suaves, en contraste con los diseños angulares y cuadradotes del momento, los diseñadores de California pensaron que así no pasaría de moda tan rápidamente. Y al mismo tiempo lograron algo insólito para un coche japonés: crear un diseño reconocible que se distingue del montón y que con los años parece que se va convirtiendo en un icono del diseño – el tiempo lo dirá.
Desarrollo en Japón
En fin, una vez recibida la aprobación, el desarrollo del coche se llevó enteramente en Japón: aún quedaban el chasis, un motor propio exclusivo para este modelo (nada de tomar uno “de la estantería”), el interior… Eso sí, esta fase no fue nada romántico en plan de tres amiguetes en un garaje…
A mediados de los ’80 el diseño por ordenador ya era una realidad y para el Miata se usó profusamente, por ejemplo para obtener la máxima rigidez con el mínimo peso – se habían tomado muy en serio lo del deportivo “ligero” pero las normativas de seguridad eran ya también muy exigentes en la época.
Lanzamiento
Por fin, en febrero de 1989 vio la luz el coche final, no sin antes recibir su nombre definitivo… Los californianos quisieron llamarlo 1600S pero se optó finalmente por MX-5 (Mazda eXperimental, proyecto 5), añadiendo sólo para EEUU el nombre “Miata”, palabra inglesa de origen alemán que significa “recompensa”. En Japón el modelo se denominó sencillamente Roadster pero se vendió bajo la marca Eunos, un intento de Mazda de lanzar una marca de lujo al estilo de Lexus, que finalmente no tuvo éxito.
A su lanzamiento la mayoría de investigaciones de mercado decían que un pequeño biplaza abierto era lo último que quería el público, pero el Miata fue un éxito rotundo desde el minuto uno, doblando las previsiones de ventas más optimistas y aunque se diseñó específicamente para Norteamérica y el primer año sólo se vendió allí, durante esos meses los europeos importaron Miatas americanos con sobreprecio, y cuando por fin se pudo pedir en Europa el primer contingente se agotó en tres días…
Conducir un MX-5
Pero acercaos que vamos a dar una vuelta… accionamos ese tirador cromado y nos recostamos en el cómodo asiento. El habitáculo decepciona un poco por su falta de originalidad pero bueno, vamos a lo que vamos… quitamos los dos enganches, empujaaamos con una mano hacia arriba y hacia atrás… ¡hop!, ya lo tenemos abierto.
Ahora giramos la llave… aaarrancamos el carismático motor de doble árbol de levas en cabeza, pisamos embrague, movemos el joystick, digooo… la cortísima palanca de cambios… y salimos. Conducid un Miata por una carretera con curvas, mejor si es montañosa, y veréis: curvas… este coche las devora con una facilidad y un ritmo pasmosos, flexionando la suspensión y accionando ese cambio tan corto y preciso… glorioso.
Los fans ya lo habéis leído de sobra pero aquí va una vez más: al diseñar este coche, los ingenieros de Mazda resumieron su filosofía en lo que llamaron “Jinba Ittai” o la simbiosis entre jinete y caballo que se funden en uno solo y si no tenéis la sangre de horchata (que sé que no), en menos de dos minutos esbozaréis una sonrisa que volverá a vuestra cara cada vez que rememoréis la experiencia.
Epílogo
La primera generación del Mazda MX-5 Miata fue un gran “zasca” a consultores y departamentos de marketing. y es que, como dijo Steve Jobs, “muchas veces la gente no sabe lo que quiere hasta que se lo enseñas”. Presentado en la primavera de 1989 en EEUU y un año después en Europa, las ventas enseguida superaron las expectativas, en 1998 apareció la segunda generación, ya sin los faros escamoteables, en 2005 la tercera y en 2015 la cuarta y a estas alturas ya se ha superado el millón de unidades vendidas. Otros biplazas abiertos asequibles siguieron su estela, pero lamentablemente quedaron por el camino: ahí quedaron el Fiat Barchetta, el MG TF, el tercer Toyota MR2 o el Honda 2000 GT – no contamos el Z3 y el primer SLK, bastante más caros.
Así que la actual generación del Miata tiene poca competencia, pero se sigue vendiendo bien y sobre todo sigue fiel al espíritu de su bisabuelo protagonista de este artículo. Y es que estos coches son la demostración manifiesta de que, cuando se hace un coche por apasionados para apasionados, y se cumplen los requerimientos de precio, diversión de conducción, fiabilidad y estética, el mercado está ahí para comprarlos – tan simple y tan complicado.
DH