He aquí un intento de rendir homenaje al Seat 600 sin caer en los tópicos de siempre, aunque la tarea es más difícil de lo que al principio parecía…
La bellísima Sara Montiel se contonea por las pantallas de cine en “El último cuplé”, en Barcelona se está construyendo el Camp Nou y en Madrid todos comentan la noticia del bebé que acaba de nacer en un taxi y según cuenta el periódico ABC “el nuevo cristiano ha sido apadrinado por la esposa del alcalde”, aunque nada de esto es comparable con el éxito de nuestro pequeño ruiseñor, el gran Joselito con sus catorce años que parecen ocho. Finalmente, comienzan a llegar a nuestras playas las famosas suecas de curvilíneas estampas y breves bikinis, estamos en el verano de 1957 y a primera vista todo va bien, pero no es así…
Tras el verano una tremenda riada inundará todo el centro de Valencia dejando más de 80 muertos. Los universitarios empiezan a lanzarse tímidamente a la calle pidiendo libertad y se llevan las primeras tundas de los “grises” y hace un lustro que los alimentos dejaron de estar racionados pero la economía no avanza y el país está al borde de la suspensión de pagos.
Afortunadamente, la cosa está tan mal que hasta el régimen se ha dado cuenta de su tremendo error y en el último momento ha puesto en marcha el Plan de Estabilización y Liberalización, con medidas de apertura al exterior y mayor inversión en infraestructuras.
Llega el Seat 600…
Sí, en 1957 aquí estaba el Seiscientos, coche de cuatro plazas “para la familia y el hombre de negocios”, según la publicidad de la época – la mujer por ahora no era público objetivo y debía quedarse en casa cocinando y limpiando. Aunque éste no era el único atraso: el paisaje automovilístico en aquellos tiempos tampoco era muy halagador que digamos, predominaban los autobuses, camiones y motocicletas, que compartían espacio con multitud de carros tirados por animales (con reguero de excrementos incluido) y un puñado de turismos en manos de algunos privilegiados.
Pero con el Seiscientos llegó la alternativa, por un módico precio de 65.000 pesetas que aplicando la inflación desde 1957 serían unos 20.000 Euros en la fecha de este artículo. Y ahora viene lo interesante… considerando un salario medio de 13.000 pesetas en 1957 se necesitaban cinco años de sueldo para pagar un Seiscientos. Hoy en día, considerando un salario medio bruto de 23.000 Euros, harían falta un año aproximadamente, haciendo un cálculo simple. Pero no bastaba con tener el dinero, al principio los plazos de entrega eran de un año o más, que se podía agilizar si uno tenía familiares o amigos en la administración o en la tienda.
…Y llegan los tópicos
Pero cuando POR FIN llegaba el día de recogerlo, el orgulloso propietario recibía un coche que medía 3,3 metros y pesaba 600 kg – igual que un toro de lidia como los de Osborne, cuyos carteles empezaban a despuntar también en el paisaje nacional. Para mover este peso bastaron entre 20 y 29 CV con los que el cochecito cogía los 115 km/h, consumiendo siete litros a los cien kilómetros en carretera – o diez en ciudad.
Y así, con el maletero de 70 litros pero con la baca (en la que el cielo era literalmente el límite) viajaba la familia entera: mamá, papá, los niños, la suegra, las maletas, la sombrilla, el gato y el loro – ya os decía yo que iba a ser difícil evitar los tópicos. Y ahondando en ellos, no había que olvidar empaquetar para el viaje bocatas, una bota de vino y… una buena ración de paciencia, los periplos vacacionales se eternizaban hasta 15 ó 20 horas sin aire acondicionado y adelantando cuando era posible a camiones y carretas. Esto sí que era viajar.
Producción y versiones
FIAT fabricó 2.700.000 unidades de su 600 en Italia entre 1955 y 1969 y se hizo de oro vendiendo licencias a otros países. Así que además del SEAT, tenemos el FIAT 600 argentino (300.000 unidades entre 1960 y 1982) y el chileno (12.000 unidades), en Europa del este encontramos en la ex-Yugoslavia el Zastava 600 (900.000 entre 1960 y 1985) y el ZAZ Zaporoshez 965 ucraniano (320.000 unidades). También la propia FIAT lo fabricó en Alemania con su filial FIAT Neckar (170.000 unidades entre 1956 y 1968).
Del 600 español hubo cuatro versiones: N (1957-63), D (1963-70), E (desde 1969 y ya con las puertas convencionales en lugar de las mirabragas o suicidas) y L (desde 1972). Luego están las variantes de carrocería, de las que destaco aquí dos: los Talleres Costa fabricaron una 10.000 unidades de la Formichetta.
Ésta fue una versión furgón con dos puertas laterales y también el SEAT 800, versión alargada 18 centímetros con cuatro puertas, de la que se hicieron unos 18.000 ejemplares. Y no olvidemos la multitud de preparaciones deportivas (las más famosas a cargo de Abarth) y las versiones a cargo del carrocero Pedro Serra.
Dante Giacosa
Grabaos su nombre en la memoria porque estamos ante uno de los grandes de la historia del automovilismo, y si no, fijaos en su portfolio que incluye la mecánica de los FIAT 500 Topolino, 8V, 1100, 600 y 600 Multipla, Nuova 500, 1300/1500, 124, Dino Coupé y Spider, 130, 128, 127 y 126. Cisitalia 202 y Autobianchi A112 – y me dejo muchos. Nacido en Roma en 1905, se licenció en ingeniería pero es interesante destacar que en el colegio estudió la rama clásica, es decir, latín y griego, que según él le dejaron una impronta indeleble en su estilo cultural y proyectista, dándole un sentido de la medida y el equilibrio sin el cual según él no habría podido desarrollar su trabajo.
Contratado por enchufe en la SPA (que poco después sería absorbida por la FIAT), al principio lo tuvieron ahí sentado sin encargo alguno, así que Giacosa decidió realizar por iniciativa propia pequeños proyectos de modificaciones y mejoras, sometiéndolos a sus jefes, que fueron valorando positivamente su trabajo y encargándole poco a poco trabajos de mayor responsabilidad. Un ejemplo de tesón e iniciativa.
Epílogo
En 1972 la llegada del SEAT 127 y Renault 5 dejaron en evidencia el anacronismo del Seiscientos, cuyo espacio, confort y seguridad ya no se correspondían con los tiempos, así que en 1973 llegó el fin de la producción tras 800.000 unidades producidas. Por esta época también comenzaron a quedar al descubierto las deficiencias e injusticias del loco crecimiento económico español, como las barbaridades contra el medio ambiente, la corrupción y el nepotismo, el abandono del campo o el reparto desigual de la industria, que se instalaba según las veleidades de las autoridades, ninguneando a regiones enteras.
Pero acabemos reteniendo en la memoria esa estampa del 600 con la familia unida (jamás será vencida) rodando bajo ese sol ibérico tan especial, recuerdos que junto a otros contribuyen a que hoy en día el 600 sea objeto de colección y que cada vez que vemos alguno por la calle esbocemos una sonrisa. Y terminemos con esta bonita frase de Manuel Vázquez Montalbán, como si de un epitafio se tratara: “el día en que los españoles empezaron a subir a los 600 empezaron a alejarse de su pasado e iniciaron una excursión de fin de semana de la cual aún no han vuelto”.
DH
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